MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
Lo que al presidente y candidato del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), ingeniero Federico Antún Batlle, mejor conocido como Quique Antún, le falta de estatura física, es superado con creces por la astucia y la capacidad que tiene para hacer del tiempo su aliado.
Es un digno émulo de su mentor, el doctor Joaquín Antonio Balaguer Ricardo. Con apenas sesenta y tres años, y con más de cuarenta de ellos abrevando en esa fuente al parecer inagotable de sabiduría política, aun después de su partida, el indiscutible líder de los “coloraos” se perfila como grande estratega y reflexivo político.
Y no es que la situación que está vadeando Quique sea sencilla ni fácil; en absoluto. Lo que pasa es que él aprendió, como Balaguer, a conocer los ejes de la carreta reformista. Entiende, que no hay porqué apresurar el engrase. Lector asiduo de la Biblia, como todo buen cristiano, el ingeniero Antún acató el consejo de Eclesiastés, y esperó su tiempo.
Un tiempo precioso para luego de la salida del arribista Amable Aristy Castro, a quien calificó acaso con razón de “viejo mañoso”, con paso decidido y firme convocar a las huestes balagueristas hoy dispersas y “como burros por cáscara” a causa de la insaciabilidad de unos disque dirigentes que sólo buscan medrar; estar siempre amamantados por la vaca nacional.
Quiera Dios que los dirigentes supuestamente fiables del reducto Reformista Social Cristiano, no le sigan los pasos a los renegados como Modesto Guzmán, Alexandra Izquierdo y la serpenteante Lila Alburquerque, experta en el juego político del “aquí la puse y allá la dejé”, como suele decir mi dilecto amigo José cabrera.
Soy de los que piensan que Quique Antún es el único que comprendió en su justa dimensión, las razones que tuvo el cortesano trujillista para no triar su heredero político.
Sin embargo, se me ocurre que todas las respuestas están contenidas en su contundente Tebaida Lírica, escrita en 1924.
Cuando Balaguer abrió el paréntesis de odio y gratitud, decidió su proceder en el futuro; que aunque lo sabía incierto, y por demás utópico, jamás lo renunció porque tenía la fe y la voluntad necesarias e imprescindibles para no desfallecer en su paradigmático afán de burlar al destino.
En este momento histórico para el PRSC, Quique Antún está actuando como un auténtico político. Como el político de quién se sentirían orgullosos los clásicos del conocimiento en el manejo del Poder, desde Azorín hasta el contemporáneo Leonte Brea, con genuina vocación presidencial.
Si sigue como hasta ahora, y no avizoro razón para que tuerza el camino, al pequeño gigante balaguerista, habrá que tenerlo en cuenta para rato. No obstante, ahora, ya mismo, que le busquen su vela. Porque él no sabe quién va a ser el muerto, pero de que asistirá al velorio, ¡Júrelo!